Hoy se han producido dos noticias importantes en relación a políticas medioambientales.
La primera de ellas es una idea de la Ministra de Medioambiente, Cristina Narbona, acerca del consumo de agua. La propuesta es la de aplicar diferentes tarifas en relación al consumo de agua en los hogares. Según la Ministra, las Administraciones han de proporcionar a los ciudadanos 60 litros de agua diarios que sean asequibles económicamente (¿significará eso que se pagará menos por eso 60 litros?... será por sueños). A partir de esa cantidad el precio del agua se hará mayor.
Con esta medida se pretende desde el Ministerio estimular el uso responsable del agua. La idea en sí parece buena al menos a priori; falta por conocer la concreción de las propuestas así como las particularidades que deberían darse. De todas maneras, según hoy informaron en Noticias Cuatro, un hogar español utiliza una media diaria de 180 litros de agua, así pues todo el mundo tendrá que pagar más por el agua. Por tanto no sé hasta qué punto puede servir la idea para que el consumo sea responsable; seguramente la idea servirá para engrosar los números del Estado pero no para lo que en realidad debería. No se puede establecer un criterio que está tan por debajo de la realidad diaria; pasar de 180 a 60 litros es imposible, si se pretende una reducción del consumo deberían fijarse límites menores. Si es imposible no pasarse de los 60 litros (poner la lavadora produce un gasto 50 l.) ¿qué más da no gastar 100? Total, el pago se ha de realizar igual. Supongo que lo que se pretenderá es fijar límites mayores y que el precio subirá al pasar de 100, 120, 140, etc.
Como digo, la idea puede ser interesante sobre todo en lugares donde las reservas de agua son menores, pero tendrán que limar mucho desde el Ministerio la propuesta para que sea efectiva.
La otra noticia medioambiental del día viene desde Gran Bretaña. Un informe encargado por el Gobierno laborista alerta acerca de las consecuencias que el calentamiento global puede traer en el futuro. Dicho informe asegura que de no actuar con contundencia desde ahora mismo el coste económico será del 5% del PIB global al año. Además nos encontraríamos ante situaciones extremas que afectarían a la sanidad, el acceso al agua potable, la producción de alimentos, etc. que generarían movimientos migratorios de personas que buscarían refugio.
La solución del informe ante dicha situación pasa por el gasto del 1% del PIB global dirigido a medidas que hagan frente al cambio climático. Sin embargo toda solución ha de pasar por un posicionamiento común internacional, y lo que propone el informe es una respuesta mayor que la establecida por el Protocolo de Kioto y, por lo tanto, mayor también sería el impacto económico que ocasionarían esas medidas. Cumplir con Kioto, o con cualquier otro acuerdo global que vaya más lejos, requiere la fortaleza de un gobierno que sea capaz de hacer frente a una opinión pública previsiblemente enfrentada a las medidas. Parece que Blair, y su sustituto futuro Gordon Brown, quieren que el ejecutivo británico vaya por esa línea. Si Gran Bretaña acaba apostando realmente con seriedad por una reducción drástica de emisiones de CO2 a la atmósfera se convertirá en el "conejillo de indias" del que estarán pendientes el resto de países; el reto británico puede ser clave en el futuro. Y España, país europeo para el que las predicciones de aumento de temperatura son más preocupantes, deberá estar atento a lo que haga Gran Bretaña y disponerse para actuar conjuntamente con el gobierno británico para encabezar la exigencia de respuestas globales ante este problema global.
lunes, 30 de octubre de 2006
Noticias medioambientales.
Publicado por Diego Asenjo a las 23:05
Etiquetas: Medioambiente
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2 comentarios:
La propuesta puede parecer buena, pero acabamos en el mismo debate de siempre : el consumo doméstico sólo represnta un 8% del total. Como medida de concienciazción es buena. Sin embargo, siento mucho decirlo, pero por lo que a mí me respecta, es una solución cobarde.
En la actualidad una familia que vive en un chalete consume unos 300 l/día (cerca del doble que una familia normal). No es debido a un mayor gasto de agua, sino al cuidado del jardín, el uso de la piscina familiar... (otro lujo a todas luces irracional).
Todos los campos de golf de España, consumen el equivalente al agua que usan todos los Españoles de manera doméstica.
Actualmente, la ineficiencia de los regadíos hace perder, en el mejor de los casos, el 50% del agua (que incomprensiblemente, para muchos agricultores, sigue resultando excesivamente barata).
Tal vez el verdadero camino vaya por penalizar a las familias con jardín y/o piscina, a los agricultores que sigan irrigando por inundación. Podrían prohibirse a priori los campos de golf, y sólo construirse los permitidos por orden ministerial tras los informes adecuados y tratando de hacer un uso racional de los recursos...
En otras palabras, reducir un poco el 8% de consumo de agua de nuestro país concienciará a la gente del verdadero valor del agua, pero no solucionará el problema de una España cada vez más seca. La medida realmente valiente, sería buscar la verdadera raíz del problema (a mi entender, lo anteriormente dicho).
Salud.
Coincido con tu moderada satisfacción a la luz de esta medida, y creo también como Pablo Iglesias, que el problema está en que no se penalice con un aumento sensible del precio a aquellas personas que utilizan el agua con fines que se van más allá del consumo que podríamos calificar de ordinario o habitual, el que va de actividades como la que tú señalas de poner una lavadora (que se lleva, según los datos que aportas casi la totalidad del límite que nos da la ministra para un consumo que podríamos calificar a "precio económico"), hasta tomar una ducha por cada miembro de la familia -alguna menos si hay algún guarrete-, y lo que haga falta, en general, para consumo humano, cocina, aseo, limpieza del hogar, etc. Estas personas a las que creo que se debería penalizar con precios muy superiores al normal es a aquellas que utilizan el agua de la traida (la de consumo habitual) para llenar su piscina, regar su jardín, y alguno con más cara que espalda, para surtir de verde cesped un extenso campo de golf. Y lo mismo se podría hacer con las industrias que despilfarran agua ya no por litros sino por hectolitros, y que no tienen circuitos de reaprovechamiento y autodepuración. El problema de todo esto es que conllevaría mecanismos de control que quizá supusieran tal coste que hagan aconsejables medidas menos específicas, como la que pretende aplicar la ministra y de la que nos informas.
Eso sí, hace falta concienciarse de que el agua es un bien como cualquier otro, y que su desperdicio no deja de suponer un desperdicio económico, y que tiene más consecuencias que las que normalmente le achacamos, sobre todo personas como nosotros, del norte de la Península, donde es raro, por no decir casi imposible que se de una escasez acuciante de agua.
Un saludo.
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