En menos de treinta días Saddam Husein habrá de morir. Así lo ha decidido el tribunal de apelaciones iraquí que ha ratificado la condena a muerte que le fue impuesta al ex-dictador el pasado cinco de noviembre.
Para que la ejecución tenga lugar habrá todavía de ser aprobada por el presidente del país, Jalal Talabani, y sus dos vicepresidentes. Por tanto todavía no es tarde para que la condena a muerte sea parada.
Por sus crímenes debe pagar. No hay lugar para la tibieza; sin duda Husein ha causado mucho mal durante el tiempo en que dirigió el país y debe responsabilizarse de él. Pero la pena de muerte es un elemento extremo que muestra la incapacidad del Estado para encontrar otro tipo de soluciones o penas efectivas. Europa -lugar en el que ya en el siglo XVIII Cesare Bonesana, Marqués de Beccaria, revolucionó el derecho penal con su análisis del mismo apostando, entre otras cosas, por el fin de la pena capital- debe oponerse con firmeza al ajusticiamiento que está en camino de producirse. Hemos de defender nuestros principios.
Además, el juicio al que se sometió a Sadam Husein fue absolutamente irregular, no dándose las garantías debidas para cualquier persona acusada. Durante el mandato del ex-dictador no existieron juicios justos, sólo crímenes. Sin embargo precisamente por eso ahora, en la nueva etapa en la que debe adentrarse Irak, deben darse los elementos básicos de una justicia eficaz y proporcionada. Que la pena de muerte se siga aplicando en el estrenado periodo iraquí es un paso atrás, un lastre del que sería necesario desprenderse empezando por el caso de Husein. Una oportunidad perdida.
miércoles, 27 de diciembre de 2006
La pena de muerte ni para Sadam.
Publicado por Diego Asenjo a las 01:35
Etiquetas: Internacional
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2 comentarios:
Totalmente de acuerdo contigo Diego. En Irak, ni antes se respetaban los derechos humanos, ni tampoco ahora. El dictador ha caído, los tiempos han cambiado, pero la situación es la misma (si no peor).
No perdamos de vista que este hombre, ahora ajusticiado a la horca por medio de las instituciones de un Gobierno manejado en la sombra por EEUU, fue puesto no hace muchos años por ese mismo país. EEUU le da vida, y más tarde él se la quita. Al hablar del papel de los distintos gobiernos de USA hoy en día se le puede homolgar al papel de un Dios. Un dios, por otra parte, inmisericorde, genocida, terriblemente corrompido por el petróleo y el dinero que éste genera.
Salud.
Soy de la misma opinión que tú, Diego. Ni siquiera este desalmado ha de ser ajusticiado, porque como bien dices, la pena capital es algo que ha de desterrarse de los ordenamientos jurídicos de los Estados democráticos , en primer lugar porque es un atentado contra el primero de los derechos fundamentales, el derecho a la vida, en segundo lugar porque no es efectiva desde el punto de vista de la prevención general ni de la reinserción del reo (fines que ha de cumplir la pena), sirviendo sólo a la prevención especial y al resarcimiento/venganza para los familiares o las propias víctimas, en tercer lugar, ha de destacarse que en muchos Estados en los que está vigente la pena de muerte, esta más que un factor disuasorio, es un factor criminógeno para los delitos que castiga, de los que dispara las estadísticas de comisión.
Y en este caso concreto hay que añadir que el juicio ha sido una farsa, careciendo el acusado de las mínimas garantías que han de revestir un proceso penal, y pretendiendo ser utilizada la sentencia -sin éxito, por cierto-, para evitar el batacazo electoral del Partido Republicano en las elecciones a las Cámaras legislativas. Así lo ha denunciado Amnistía Internacional y otras tantas organizaciones pro derechos humanos.
Aunque Talabani se ha declarado siempre contrario a la pena capital, también ha repetido varias veces que no pondrá ninguna traba a que esta se ejecute sobre Sadam, y supongo que soslayará el requisito de su firma delegando en alguno de sus vicepresidentes, que también han de ratificar la decisión judicial para que sea ejecutable, y estos ya no muestran reparos frente a la pena capital.
Añadir a lo anterior otro argumento en contra de la ejecución del Dictador: el mismo se ha autoproclamado mártir, con el valor que esto tiene para sus seguidores musulmanes, fundamentalmente suníes. Y esto no hará más que hacer que aumente la violencia sectaria entre suníes y chiíes. Y aunque hay quien dice que eso es imposible... tiempo al tiempo, y ojalá me equivoque, pero creo que eso es totalmente factible.
Un saludo.
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