Desde que era niño no había visto tantos problemas por una silla, cuando jugábamos a correr alrededor de un número de asientos que era siempre en una unidad menor que el de participantes. Vamos, el juego de la silla de toda la vida. Peleas, malas caras, acusaciones de trampas, llantos... era aquello un momento de supervivencia en el que el más rápido y con mejores reflejos continuaba en la pugna mientras el resto era descartado. Selección natural desde preescolar.
Pues lo mismo ocurre cuando se es mayor y se está en política. Que el juego de la silla se eleva a una potencia enorme, y ser una de las personas que se siente antes es cuestión de Estado.
Llevamos semanas asistiendo a este juego que tendrá su final en Washington, donde se dice que habrá una reformulación del sistema capitalista global que a día de hoy padecemos.
España aspira a salvarse del descarte político y para ello está convenciendo a otros concursantes de que le dejen sentarse. Parece ser que los puestos están ya cerrados pero el gobierno español trata de superar los escollos no a través de la fuerza o agilidad, sino mediante el diálogo y la argumentación. A través, en definitiva, del talante que inspira la acción del gobierno presidido por Zapatero. Y parece que no es una técnica equivocada.
El presidente francés, Sarkozy, acaba de anunciar que no le supone ningún problema ofrecer uno de los dos escaños que le corresponden (por ser Francia miembro del G-20 y ocupar la presidencia europea de turno) a España. Digamos que el país galo sería un niño muy gordo que ocupa dos sillas al sentarse y que, para que su amiga España pueda estar en la final, levantará una nalga de uno de esos asientos. En opinión de Sarkozy, no es lógico que una reunión en la que participarán veinte países del mundo no cuente con la presencia de la 8ª potencia económica, al margen de las diferencias ideológicas. Reconforta ver que la lógica está presente en los pensamientos de alguna gente.
Cuando el juego de la silla terminaba volvíamos a levantarnos para jugar de nuevo, sin que hiciésemos absolutamente nada una vez tomado asiento. Temo que esto sea igual y el único interés que exista por parte de todo el mundo sea el de simplemente sentarse para levantarse sin haber arreglado nada.
La crisis económica mundial golpea con fuerza y me pregunto con inquietud si realmente la reunión en Washington puede ayudar a encontrar soluciones. Sea como sea, espero que el presidente Zapatero pueda estar en la mesa y dar una opinión que permita avanzar en la búsqueda de medidas que alivien esta situación de inestabilidad.
viernes, 7 de noviembre de 2008
El juego de las sillas
Publicado por Diego Asenjo a las 17:29
Etiquetas: Internacional, Política general
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