lunes, 27 de marzo de 2006

Rocío Durcal: víctima del mundo del corazón podrido

Rocío Durcal falleció el pasado sábado 25 de marzo. Todavía existen enfermedades de las que no podemos escapar, la propia vida es un ejemplo.

Al margen de la triste noticia por la muerte de esta gran artista, se ha producido otra en relación a ella. Una persona entró en el tanatorio y accedió hasta donde se encontraba el féretro de Rocío Durcal para fotografiar su cadáver.

Esperemos no ver nunca esas fotos, pero ¿qué está ocurriendo para que un fotógrafo haga algo así? Desde hace ya unos años el mundo del corazón se ha vuelto completamente loco. Ya no se trata de aquello que se llamaba "crónicas de sociedad", ahora la meta es sacar el corazón, y las vísceras, y alimentarnos de carroña.

Al principio incluso podía tener su gracia; las mesas del cotilleo albergaban a una fauna tan exótica que llegaba a resultar fascinante; y el "marujeo" tenía cierto componente de bajeza moral que lo hacía tentador. Pero, en algún momento, se perdió el norte por completo.

El número de horas ocupadas por esta nueva forma de maltrato es escandaloso. Sí, maltrato, aunque quizá a muchos/as de los/as afectados/as no se lo parezcan porque cobran por ello, vemos todos los días nuevos métodos de humillación. Son más sofisticados, incluso se envuelven con una fina capa de elegancia y de eso que llaman "información", contaminando el significado de tal palabra.

Vemos dramas familiares no sólo expuestos sino creados y alimentados en televisión para así continuar con algo de lo que chismorrear; asistimos ante juicios populares y a sentencias inamovibles por personas que se autoafirman como grandes autoridades de la moral; contemplamos cómo las vejaciones se han asentado en el día a día.

Y da igual si esa gente cobra o no. Si vemos a una persona que se lanza al foso de los leones para hacer la gracia la sacamos de allí. Esa alta moral que predican algunos/as en esos programas deberían usarla para establecer límites que no permitan ver a ninguna persona hundirse.

No quiero entrar en el debate de si tenemos lo que merecemos, de que si hay audiencia todo vale. No, no todo vale aunque sean ocho millones de personas las que lo están mirando. No podemos dejar que todo nos de igual.

Y es una pena que Rocía Durcal, tras su muerte, haya sido víctima de esta escalada de escatología televisada. Yo, para pedirle perdón por la parte que me pueda tocar como televidente en ocasiones de alguno de esos programas, escucharé hoy sus canciones.

1 comentario:

LUNA dijo...

Muy bien, Diego, tienes toda la razón y cuantos más lo digamos y más veces, tanto primero cambiaremos ese corazón podrido.
A mi también me encantan las canciones, especialmente las rancheras de Rocío Dúrcal.
Menos mal que alguien más de nuestra Agrupación participa en esto de las blogs, porque ya me empezaba a sentir un bicho raro.
Saludos