Las elecciones en Italia han resultado ser de infarto, al contrario de lo que en un principio parecía. Durante los últimos días de campaña se daba a Prodi una victoria de hasta cinco puntos, que se veía en principio confirmada con los primeros sondeos a pie de urna. Una vez más podemos ver que el sistema de sondeos no garantiza nada. La idea de que Prodi ganaría se veía también reforzada por las propias declaraciones de Berlusconi que llegó a afirmar que sería extremadamente duro desde la oposición. Sin embargo, también es cierto que varios analistas políticos italianos habían hecho un pronóstico no desencaminado: si la participación era del 80% las probabilidades de victoria para Il Cavaliere serían altas, y así ha sido. Con una participación del 83,6% la victoria de Prodi ha sido apretadísima. En el Senado, y gracias al voto emigrante, La Unión -coalición de centro izquierda- cuenta con dos senadores más que La Casa de las Libertades, de Berlusconi. En el Congreso sólo cuarenta y tres décimas han dado la víctoria a Prodi. La ley electoral italiana permite que, aún con estos márgenes tan estrechos, el vencedor cuente con mayoría absoluta.
Los resultados muestran a un país extremádamente dividido. Desde fuera, y sin conocer cuáles son las características de la sociedad italiana y su realidad, parece incomprensible que Berlusconi pueda continuar con ese apoyo detrás. ¿Tan fuerte puede ser la influencia de los medios de comunicación, supuestamente controlados completamente por Berlusconi, sobre los/as italianos/as? ¿O hay algo más? A pesar de las crisis de Gobierno, de los problemas de la coalición de derechas durante los últimos meses, de los problemas de Berlusconi con la Justicia, a pesar de todo Il Calaviere sigue ahí y no creo que todo sea gracias a sus televisiones.
A Prodi le queda ahora, con la moral baja, formar Gobierno. A pesar de que su adversario político no admite aún la derrota -seguramente se mirará con lupa cada voto-, Prodi se encuentra con el reto de dirigir un país tan dividido y deberá hacerlo con cuidado. ¿Pueden realizarse verdaderos cambios cuando sólo cuentas con una ventaja de 25.000 votos? Habrá que ir con paso lento y que su gestión se vaya asentando y acabe teniendo un fuerte respaldo en los próximos años. Además deberá liderar con fuerza la coalición de centro izquierda si no quiere que los problemas internos acaben arrastrándole fuera del poder como le ocurrió ya en el pasado.
Por otro lado, y aunque no ha llegado a ocurrir, Berlusconi parecía que ganaría en el Senado y que esa victoria paralizaría por completo a Italia, puesto que Congreso y Senado tienen prácticamente poderes similares. Esto hace pensar que el bicameralismo perfecto no tiene tantas ventajas como a priori creemos. Cierto que con dos Cámaras se logra un equilibrio y labor de control, pero cuando dos fuerzas son idénticas y contrarias llega la tensión perpétua. Cuando el Presidente Zapatero se decida a abordar una reforma del Senado español deberá saber cómo crear una Cámara Alta que no sea inútil pero cuyas funciones sean complementarias con las del Congreso y ambas puedan coexistir sin problema en caso de que estén cada una controladas por distintos signos políticos.
Por cierto, Prodi ya ha dicho que retirará las tropas de Iraq. Zapatero ha sentado cátedra.
miércoles, 12 de abril de 2006
La división de Italia.
Publicado por Diego Asenjo a las 00:59
Etiquetas: Internacional
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