lunes, 11 de septiembre de 2006

Un Estatuto para Asturias hoy, no mañana.


El pasado día 8 se celebró el día de Asturias en nuestra Comunidad Autónoma. Durante ese día, y como es normal en una fecha así, hubo gran cantidad de declaraciones políticas procedentes de todos los partidos.

El tema que más presencia tuvo en todos los discursos e intervenciones fue el de la reforma del Estatuto asturiano.

Desde que el Gobierno del Presidente Zapatero se comprometió a no obstaculizar los procesos estatutarios en las distintas Comunidades Autónomas han sido varias las que se han puesto manos a la obra en sus distintos Parlamentos. Así ha sido en el caso, como no, de Cataluña pero también del País Valenciano, Andalucía, Baleares, Galicia -donde ya hay movimientos entre PSdeG y BNG-...

En el momento de elaboración de los estatutos autonómicos tras la dictadura franquista, Asturias fue una de las regiones que se apresuró en el trabajo que tocaba entonces no dejando escapar la oportunidad que se presentaba y aprovechando la corriente de ilusión que existía. Hoy esa oportunidad vuelve a presentarse renovada, asentada en democracia y con mayor fuerza y ventajas para quienes sepan salirle al paso y hacerse con ella. Por eso Asturias no debe perder el ritmo. Nuestra Comunidad ha de perfilarse como ejemplo para otras zonas que tengan más o menos nuestras características, desarrollando un modelo propio de estatuto ajustado a nuestras necesidades y exigencias, pero siguiendo la estela que Cataluña y Valencia han dejado ya.

La educación, el empleo, la cultura y el bienestar social no son ajenas a cualquier habitante de esta tierra, por tanto la reforma del Estatuto tampoco ha de serla. Cuando el Estatut catalán ocupaba las primeras páginas y titulares de los medios de comunicación había quienes criticaban que la clase política estaba absorta en temas que en nada tenían que ver con la ciudadanía. Nada más lejos de la realidad. Quizá el problema estuvo en la retroalimentación entre periodistas y políticos/as. Los mass media son una caja de resonancia que agrandan muchos temas. Por lo tanto, lo erróneo es darle a los procesos estatutarios tanta cancha dejando de lado otro tipo de informaciones. La sociedad de cada Autonomía ha de estar al corriente por completo de las reformas y participar en ellas, pero cuando machaconamente se presenta un Estatuto como problema, y no como solución, los ciudadanos y ciudadanas acaban creyendo que no sirve para nada.

Que la base de la convivencia democrática y el desarrollo social de cada región se asianta en la fórmula jurídica de los estatutos es así, en ese marco nos movemos. ¿Preferimos vivir en un piso de 10 metros cuadrados equipado sólo con una cama? ¿O en uno mucho más amplio y confortable? Es normal que cada Comunidad aspire a un mayor autogobierno que permita una eficaz gestión y que, además, se identifique y diferencie del resto puesto que si fueran homogéneas el Estado de las Autonomías no tendría razón de ser. Asturias también debe definirse como sociedad y mostrar cuál es su identidad cultural.

Sin embargo, la reforma del Estatuto asturiano no acaba de arrancar debido a la posición del PP. Ovidio Sánchez, su Presidente, afirma que apoyará la reforma pero después de las elecciones. Sánchez obedece fielmente los dictados de Génova de desgaste al Gobierno de España y culpa a Zapatero de llevar al país a la deriva y que, por tanto, esa incertidumbre impide al PP-Asturias formar parte del proceso de reforma. Escudándose en esa teoría catastrofista que desde la dirección nacional de su partido se predica desde hace tiempo sin éxito, Ovidio Sánchez lo único que muestra es que su lealtad y compromiso con sus superiores es mayor que con los/as asturianos/as. Hay que afrontar el tema ahora para que el próximo Gobierno del Principado pueda dedicarse a su aplicación, si esperamos a la próxima legislatura seguro que el PP (en la oposición, como no podrá ser de otra forma) intentará retrasarlo y volveremos a perder otros cuatro años para elaborar la reforma.

Necesitamos que mañana sea hoy. Asturias necesita, y merece, un nuevo traje hecho a medida.

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